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EVANGELIO
DE SAN MARCOS
(FECHA:
AÑO 60/16 CAPÍTULOS/AUTOR: MARCOS)
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Es
el más breve de los cuatro evangelios canónicos y también el más antiguo.
Fue
redactado para una comunidad de cristianos no judíos y, por tanto, no
familiarizados con las lenguas ni la geografía de Palestina.
Generalidades:
Marcos
( Siglo I ,Cirene, Pentápolis norteafricana- 25
de abril de 68, Alejandría). Algunos afirman que era hijo de Pedro. Marcos
evangelizó como Obispo de Alejandría, en Egipto. Marcos es considerado el autor
del evangelio que lleva su nombre. Puesto que él no fue discípulo directo de
Jesús, por lo que basó su relato —siempre según la tradición— en las enseñanzas
de Pedro.
En
el año 828, las reliquias atribuidas a San Marcos fueron llevadas de Alejandría
por navegantes italianos, que las trasladaron a Venecia, donde se conservan en
la Basílica de San Marcos, construida expresamente para albergar
sus restos.
Se
asocia a San Marcos con el león, porque su Evangelio empieza hablando del
desierto, y el león era considerado el rey del desierto, y porque su Evangelio
empieza hablando del río Jordán, y a sus alrededores había muchas fieras, entre
ellas el león. También se dice que es el león porque en su Evangelio comienza
hablando de Juan el Bautista como "Voz que clama en el desierto", voz
que sería como la de un león.
[Plaza
San Marcos. Venecia. Detrás: Basílica de San Marcos que alberga los restos de
San Marcos]
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La
tradición cristiana de los Padres de la Iglesia atribuyó este evangelio a
Marcos, un discípulo de Pedro citado en las epístolas de Pablo de Tarso
(concretamente en Col 4,10), en los Hechos de los apóstoles (Hch 12,12-25; Hch
13,15; Hch 15,37), donde es presentado como compañero de Pablo y en la
primera epístola de Pedro, que lo llama "mi hijo" (1 Pedro 5:13).
La
base de esta tradición se encuentra en algunas referencias de autores
cristianos antiguos a la idea de que Marcos puso por escrito los recuerdos del
apóstol Pedro.
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La
idea más extendida es que el Evangelio de Marcos fue escrito para una comunidad
cristiana helenística de lengua griega radicada en algún lugar del Imperio
Romano. Parece que los destinatarios de este Evangelio desconocían las
tradiciones judías.
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Exorcismos
y curaciones
En
Marcos se relatan cuatro exorcismos practicados por Jesús:
Curación
de un poseso en la sinagoga de Cafarnaún (Marcos 1, 21-28).
Curación
de un poseso en la región de los gerasenos (Marcos 5, 1-20).
Exorcismo
de la hija de la mujer cananea, en Tiro (Marcos 7, 24-30).
Curación
de un niño poseído por un espíritu mudo (Marcos 9, 14-29).
Estos
exorcismos son recogidos en los otros sinópticos: el segundo y el cuarto tanto
por Lucas como por Mateo; el primero solo por Lucas (Lucas 4, 31-37) y el
tercero solo por Mateo (Mateo 15, 21-28).
Existen
otros ocho relatos detallados de curaciones de diversas dolencias realizadas
por Jesús:
Curación
de la suegra de Pedro (Marcos 1, 29-31).
Curación
de un leproso (Marcos 1, 40-45).
Curación
del paralítico de Cafarnaún (Marcos 2, 1-12).
Curación
del hombre de la mano seca (Marcos 3, 1-6).
Curación
de la hemorroísa (Marcos 5, 25-34).
Curación
del sordomudo de la Decápolis (Marcos 7, 31-37).
Curación
del ciego de Betsaida (Marcos 8, 22-26).
Curación
del ciego de Jericó (Marcos 10, 46-52).
De
estas ocho curaciones, seis son recogidas en los otros dos sinópticos, y solo
dos de ellas (la curación del sordomudo de la Decápolis y la del ciego de
Betsaida) no aparecen en ninguno de los otros evangelios. Es destacable el
hecho de que solo en estas dos curaciones emplea Jesús medios taumatúrgicos
(concretamente, utiliza la saliva para "abrir" la lengua y los oídos
de uno y los ojos del otro).
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Resumen
de las curaciones:
Marcos
no conoció a Cristo, y lo que escribió lo hizo de oídas. Escribió lo que le
contó Pedro. Es por eso que la mayoría de lo que cuenta en su relato ya está en
Mateo. Con respecto a los aspectos médicos se habla de las mismas curaciones ya
citadas en Mateo: el hombre que tenía un espíritu inmundo (1: 21), la curación
d la suegra de Pedro (1:29), los sanados al ponerse el sol (1:32), la curación
del un leproso (1:40); y así por el estilo continúan otros milagros: un
paralítico (2:11-12), el hombre de la mano seca (3:1-5), los que tenían
plagas entre la multitud a la orilla del
mar (3: 110-11), el endemoniado gadareno (5:8), el caso de la hija de Jairo
(5:21-43), los enfermos en Genesaret (6:55-56), la hija de la mujer sirofenicia
con un demonio (7: 24-30), el caso del sordomudo (7: 31-37), un ciego en
Betsaida (8: 22-26), un muchacho endemoniado (9:17-29), el ciego Bartimeo (10:
46-52).
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Curiosidad:
En
el caso del endemoniado gadareno Jesús cambia su actitud con respecto a la
difusión de sus milagros. Si antes instaba al recién sanado a que no se lo
dijera a nadie, en esta ocasión le dice: “Vete a tu casa, a los tuyos
cuéntales, cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido
misericordia contigo”. Pero luego, al resucitar a la hija de Jairo, insta a todos
a guardar silencio con respecto al milagro realizado (5:43).
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