miércoles, 25 de diciembre de 2024

2. SALMOS. ASPECTOS MÉDICOS. LIBROS SAPIENCIALES

 

2

SALMOS

[David y los Salmos. Iglesia de la Trinidad. Montañas de Vorobyovy. Moscú]

 

 

FECHA: SIGLOS X-IV ANTES DE CRISTO.

CAPÍTULOS: 150 SALMOS EN CINCO LIBROS.

AUTOR: MÁS DEL 50 % DE LOS SALMOS SE LE ATRIBUYEN A DAVID.

GENERALIDADES.

Salmo significa en hebreo: composición para alabar a Dios. Psalmus en latín se traduce “cántico acompañado del salterio o el arpa”. Salmodia es canto de salmos.,

El autor de los Salmos (David y otros) habla consigo mismo. Cada Salmo es un monólogo. La conciencia es Dios. El hombre detecta la maldad del mundo y su gente y pide justicia. El autor ruega, reza y pide la ayuda de Dios. Le pregunta a Dios porqué no ataca a sus enemigos. ¿Por qué me has abandonado?, grita el escribano. Palabras que luego Cristo pronunciará en la cruz, al borde de la muerte. En algunos salmos, el autor se queja de su mala salud. Explica, que tal vez, esos requiebros de salud se deben a sus pecados. Constantemente el salmista se queja de que Dios no acude en su ayuda para enfrentar a sus enemigos. Ruega con vehemencia, pero en vano: Dios, al parecer,no lo escucha.

 

ORIGEN

Los salmos son parte de la literatura hebrea. Es poesía para contactar a Dios. Este tipo de cantos o poemas era propio de los sumerios, asirios, babilonios y egipcios, pueblos con lod cuales estuvo en contacto el pueblo hebreo.

El texto original de los Salmos estaba en hebreo. Los manuscritos más antiguos con los que se cuenta y que están en esta lengua son de fines del siglo X,

 

SALMOS FAMOSOS

Salmo 22

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?

 Dios mío, clamo de día, y no respondes;

Y de noche, y no hay para mí reposo.

Salmo 51

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;

Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.

Lávame más y más de mi maldad,

Y límpiame de mi pecado.

 

 

[Давид пишет псалмы. Хлудровская псалтирь, Новгород, конец XIII в.]

AUTORES DE LOS SALMOS

 

En los títulos de 73 salmos en la versión hebrea dice “de David”, mientras que 12 salmos son "de Asaf", 11 "de los hijos de Coré", 2 "de Salomón", otros "de Moisés", Hemán y Etán y 35 están sin atribución alguna. La versión griega atribuye 82 salmos a David.

SALMOS Y MÚSICA CLÁSICA

Los salmos han sido continuamente utilizados en la música clásica, destacando autores como

1.     Charpentier,

2.      Delalande,

3.     Haydn,

4.     Händel,

5.     Bach,

6.     Beethoven,

7.     Stravinski ,

8.      Bernstein, entre otros.

 

Entre las principales obras salmódicas destacan:

1.      La creación, oratorio de Joseph Haydn;

2.      El Mesías de Haendel, oratorio basado en los salmos;

3.     o Sinfonía de los Salmos (1930) obra de Stravinski compuesta para coro y orquesta.

4.      El Salmo 51, popularmente conocido como "Miserere", va a alcanzar una relevante recepción por ser el más conocido de los salmos penitenciales, siendo utilizado por autores clásicos como Palestrina, Di Lasso o Allegri.

5.     Otro salmo extensamente versionado por los autores clásicos es el Salmo 130, el cual se conoce como "De Profundis" por sus primeras palabras en latín, también dentro de los penitenciales.

 

LITERATURA Y SALMOS

En la literatura, algunas de las imágenes del Salmo 7 aparecen en el sermón de "Pecadores en las manos de un Dios airado", obra de Jonathan Edwards. La pregunta "¿Qué es el hombre?" del Salmo 8 inspiró la cita "¡Qué gran obra es el hombre!" del Hamlet de William Shakespeare. En concreto, se inspiró en una paráfrasis de Henry Howard, conde de Surrey, mientras esperaba su ejecución en la Torre de Londres entre 1546 y 1547. La pregunta también titula el ensayo "¿Qué es el hombre?" de Mark Twain y el cuento "Para que te acuerdes de él" de Isaac Asimov.

CINE Y SALMOS

En el cine, el famoso Salmo 23, conocido como "el himno del pastor", ha aparecido en diversas series como la famosa serie "Lost" (204-2010) o en varias películas como "El libro de Eli" (2010).

TELÉGRAFO Y SALMOS

En 1844, los primeros mensajes enviados por telégrafo fueron versículos del Salmo 66. El inventor Samuel Morse envió un mensaje a su asistente Albert Vail, que estaba en Baltimore: "Ven y ve lo que Dios ha hecho" (Salmo 66:5). A lo que este le contestó: "Ven y mira lo que Dios ha hecho por ti" (Salmo 66:16).

 ASPECTOS MÉDICOS

SALMO  6: UN ENFERMO ORA POR SU SALUD.

 

Este salmo habla de la vejez, la enfermedad y la muerte:

“Piedad de mí, Señor, que desfallezco Señor, no me reprendas airado, no me castigues encolerizado. Piedad de mí, Señor, que estoy acabado, sana, Señor, mis huesos dislocados.

“Estoy profundamente abatido y tú, Señor, ¿hasta cuándo? Vuélvete, Señor, salva mi vida, ayúdame, por tu misericordia: En la muerte nadie te recuerda, en el Abismo, ¿quién te dará gracias? Estoy agotado de gemir, cada noche anego mi lecho, y empapo la cama con mi llanto; mis ojos se nublan de pesar, envejecen con tantas angustias”.

NOTA: Ora en este salmo un enfermo. Los dolores físicos y las angustias interiores son mensajeros de la muerte. El cuerpo gime bajo el yugo del dolor y el espíritu está cerca de la locura: «¿hasta cuándo?» (4b). Es un dolor que no cesa ni aun de noche (7), mientras la luz de la vida huye de los ojos (8). Los enemigos añaden dolor al dolor (9a), y el orante sufre el máximo dolor, porque sospecha que Dios le es adverso, porque quien vive la muerte por adelantado se sabe pecador. Sólo Dios que impuso el castigo puede poner remedio, y evitar que el enfermo descienda al reino de la muerte (5s). Para la dolencia, sanación (3); para la culpa, gracia (10); y la derrota para los enemigos (11). La carta a los Hebreos menciona los gemidos y lágrimas de Jesús (Heb 5,7). Es éste un salmo apto para llorar los pecados.

SALMO 30: GRACIAS A DIOS POR LA SANACIÓN

Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado,

Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.

2 Jehová Dios mío,

A ti clamé, y me sanaste.

3 Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;

Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.

 

SALMO 38: ORACIÓN DE UN ENFERMO PECADOR

38 Jehová, no me reprendas en tu furor,

Ni me castigues en tu ira.

2 Porque tus saetas cayeron sobre mí,

Y sobre mí ha descendido tu mano.

3 Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;

Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.

4 Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;

Como carga pesada se han agravado sobre mí.

5 Hieden y supuran mis llagas,

A causa de mi locura.

6 Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera,

Ando enlutado todo el día.

7 Porque mis lomos están llenos de ardor,

Y nada hay sano en mi carne.

8 Estoy debilitado y molido en gran manera;

Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.

9 Señor, delante de ti están todos mis deseos,

Y mi suspiro no te es oculto.

10 Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor,

Y aun la luz de mis ojos me falta ya.

 

SALMO 40: ORACIÓN DE UN ENFERMO.

2Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;

en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

3El Señor lo guarda y lo conserva en vida,

para que sea dichoso en la tierra,

y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

4El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,

calmará los dolores de su enfermedad.

5Yo dije: «Señor, ten misericordia,

sáname, porque he pecado contra ti».

6Mis enemigos me desean lo peor:

«A ver si se muere, y se acaba su apellido».

7El que viene a verme habla con fingimiento,

disimula su mala intención,

y, cuando sale afuera, la dice.

8Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,

hacen cálculos siniestros:

9«Padece un mal sin remedio,

se acostó para no levantarse».

10Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,

que compartía mi pan,

es el primero en traicionarme.

11Pero tú, Señor, apiádate de mí,

haz que pueda levantarme,

para que yo les dé su merecido.

12En esto conozco que me amas:

en que mi enemigo no triunfa de mí.

13A mí, en cambio, me conservas la salud,

me mantienes siempre en tu presencia.

14Bendito el Señor, Dios de Israel,

ahora y por siempre. Amén, amén.

COMENTARIO AL SALMO 40

 

[La Biblia de Jerusalén da a este salmo el título de Oración de un enfermo abandonado. Jesús aplicó el v. 10 a Judas (cf. Jn 13,18). Para Nácar-Colunga el título de este salmo es Oración de un enfermo grave. Un justo, gravemente enfermo, se siente angustiado porque está abandonado de todos. Reconoce sus posibles pecados y pide la salvación del peligro mortal.]

 

El salmista refleja la situación angustiada de un enfermo postrado en el lecho del dolor con peligro inminente de muerte. Sus adversarios le visitan, pero interiormente están deseosos de que se acelere el fatal desenlace. En esta situación de incomprensión y abandono, al doliente no le queda sino encomendarse a su Dios, implorando la salvación. Las expresiones del salmista pueden entenderse como reflejando una experiencia actual o como ya pasada, pero recordada después por el mismo.

***

Todo hombre es pecador y, consciente o inconscientemente, es culpable ante Dios. Por eso, en la enfermedad descubren los justos posibles faltas que hayan traído como consecuencia el infortunio. Yahvé es un Dios justo, y, por tanto, si envía el mal contra los suyos, es porque éstos no son del todo inocentes. Todo lo que sucede en el orden material y moral viene de Dios. Como es ley en los autores semitas, éstos -poseídos de un concepto religioso de la vida- atribuyen todo directamente a Dios, prescindiendo de lo que en filosofía se llaman causas segundas o agentes creados, que son los causantes directos de las realidades de este mundo y de los hechos de la historia. El salmista, pues, consciente de su culpabilidad, pide a su Dios que le aparte el mal que le ha enviado, sanando su alma o vida y devolviéndole la salud quebrantada.

 

A su enfermedad se junta una tragedia moral, pues sus enemigos se alegran de su mal y conspiran maliciosamente contra él. Por el hecho de estar enfermo, ellos suponen que está abandonado de su Dios, en el que tanto confiaba; y, por supuesto, se le considera culpable. Se sienten impacientes porque se retarda el fatal desenlace, deseando que se extinga su nombre o posteridad. Incluso se toman la libertad de ir a visitarle, como era usual en la sociedad israelita. En realidad, lo que quieren es comprobar con sus ojos que la vida del enfermo se extingue, y aunque al enfermo hablan mentirosamente, fingiendo interesarse por su salud (v. 7), por dentro rezuman maldad, pues se alegran de la grave situación del salmista. Saliendo afuera, comentan satisfechos el estado desesperado de salud del que tanto odian: el enfermo es presa de un mal infernal, literalmente una «peste de Belial»; su enfermedad es incurable: se acostó para no volver a levantarse (v. 9). Aun los que se presentaban como amigos, teniendo paz con él, y se sentaban a su mesa, ahora se muestran ingratos, hostigándole: alzan contra mí el calcañal. Jesús, en la última Cena, aplica estas palabras a la traición de Judas, que literalmente había tomado parte en la mesa con Él (cf. Jn 13,18).

 

Súplica de curación (vv. 11-14). Siempre confiado en el poder y favor de Yahvé, implora su auxilio para que se manifieste en su favor y le salve de tan crítica situación, pues ansía, además de recuperar su salud, dar el pago merecido a sus enemigos, que esperan su muerte. La desaparición prematura del salmista hubiera dado la razón a sus adversarios, que le consideran abandonado de Yahvé. Su curación será la prueba clara de que están equivocados y de que aún disfruta de la amistad divina. Se trata de una rehabilitación moral más que de una acción vindicativa física contra los que hostilmente se acercan a él y se complacen en su enfermedad. Si se salva del peligro de muerte, sus enemigos recibirán una gran humillación moral. Al contrario, si es arrebatado por la muerte prematura, ellos considerarán esto como una victoria sobre él y una confirmación concreta de que Yahvé no protege a los que presumen de fidelidad a Él. Siempre encontramos en los salmos reflejada la pugna entre los justos y los malvados en la sociedad. El salmista, al no esperar un premio a su virtud y fidelidad en la otra vida, declara que la prueba concreta de que su Dios se complace en él es la liberación de la muerte, con lo que no prevalecerán sobre él sus enemigos, que esperan la extinción de su vida y posteridad. A pesar de su crítica situación actual, redobla su confianza en Yahvé, que le ha de sacar incólume del peligro mortal, permaneciendo él y su posteridad en presencia de Él. Es la esperanza de ser rehabilitado en su salud y la seguridad de continuar él y su descendencia -por siempre- bajo la protección bienhechora de su Dios. La recuperación de su salud será la prueba tangible de que ha recuperado también plenamente la amistad divina, quebrantada por sus pecados, que han sido causa de sus infortunios físicos.

[Maximiliano García Cordero, en la Biblia comentada de la BAC]

 

 

SALMO 41: EL QUE CUIDA AL DESVALIDO.

1 Feliz el que cuida del desvalido:

el Señor lo librará en el día aciago.

2 El Señor lo protegerá y lo conservará vivo,

será dichoso en la tierra,

y no lo entregará

a las fauces de sus enemigos.

3 El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,

transformará la cama de su enfermedad.

4 Yo dije: Señor, ten piedad,

sáname, que he pecado contra ti.

5 Mis enemigos hablan mal de mí:

¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?

6 Si alguien viene a visitarme

su corazón miente y acumula maldad,

sale a la calle y lo comenta.

7 Los que me odian se reúnen a murmurar de mí,

me achacan la enfermedad que padezco:

8 Ha contraído una enfermedad mortal;

el que se acostó no se levantará.

9 Incluso mi amigo, en quien confiaba,

y que compartía mi pan

me pone zancadillas.

10 Mas tú, Señor, ten piedad, ponme en pie

y les daré su merecido.

11 En esto conozco que me quieres:

que mi enemigo no cantará

victoria a mi costa.

12 Tú me sostendrás en mi integridad

y me mantendrás siempre en tu presencia.

13 Bendito sea el Señor Dios de Israel,

desde siempre y por siempre.

letra la bienaventuranza del salmo. Podemos orar con este salmo para estimular nuestra solicitud por los demás, para caminar hacia

sáname, que he pecado contra ti.

Mis enemigos hablan mal de mí:

¿Cuándo morirá y se perderá su apellido?

Si alguien viene a visitarme

su corazón miente y acumula maldad,

sale a la calle y lo comenta.

Los que me odian se reúnen a murmurar de mí,

me achacan la enfermedad que padezco:

Ha contraído una enfermedad mortal;

el que se acostó no se levantará.

Incluso mi amigo, en quien confiaba,

y que compartía mi pan

me pone zancadillas.

Mas tú, Señor, ten piedad, ponme en pie

y les daré su merecido.

En esto conozco que me quieres:

que mi enemigo no cantará

victoria a mi costa.

Tú me sostendrás en mi integridad

y me mantendrás siempre en tu presencia.

Bendito sea el Señor Dios de Israel,

SALMO 90: LA VEJEZ

9 Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;

Acabamos nuestros años como un pensamiento.

10 Los días de nuestra edad son setenta años;

Y si en los más robustos son ochenta años,

Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,

Porque pronto pasan, y volamos.

SALMO 102: ENFERMO, FLACO Y HAMBRIENTO.

Jehová, escucha mi oración,

Y llegue a ti mi clamor.

2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;

Inclina a mí tu oído;

Apresúrate a responderme el día que te invocare.

3 Porque mis días se han consumido como humo,

Y mis huesos cual tizón están quemados.

4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba,

Por lo cual me olvido de comer mi pan.

5 Por la voz de mi gemido

Mis huesos se han pegado a mi carne.

6 Soy semejante al pelícano del desierto;

Soy como el búho de las soledades;

7 Velo, y soy

Como el pájaro solitario sobre el tejado.

8 Cada día me afrentan mis enemigos;

Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.

9 Por lo cual yo como ceniza a manera de pan,

Y mi bebida mezclo con lágrimas,

 

10 A causa de tu enojo y de tu ira;

Pues me alzaste, y me has arrojado.

11 Mis días son como sombra que se va,

Y me he secado como la hierba.

 

 

 

 

                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GUÍA DE LA BIBLIA. ASIMOV